Manipuló los índices del INDEC, no pudo controlar la inflación, el dólar estaba retrasado, la industria se desnacionalizó o se cerró, la deuda pública creció desmesuradamente, Argentina se aisló internacionalmente, se engendró desigualdad y pobreza provocando una verdadera sangría social, el salario perdió capacidad adquisitiva. Se cambió la cultura del trabajo por la de la especulación, mientras la corrupción era galopante y descontrolada.
El pasado 16 de marzo falleció quien fuera don veces Ministro de Economía, la primera de José María Guido y la segunda de la dictadura genocida de 1976, el 2 de abril de aquel año José Alfredo Martínez de Hoz anunció lo que dio en llamar pomposamente “Programa de recuperación, saneamiento y expansión de la economía”, un plan que inauguró la definitiva decadencia de la República Argentina y que contiene una serie de medidas que -más allá del tiempo transcurrido (37 años)- tienen una particular similitud con las que se vienen aplicando desde el 2007 a la fecha.
El plan aplicado por quien fuere el “ideólogo y factotum principal” de la dictadura sediciosa del 76, provocó en el pueblo de la Patria una verdadera sangría social y engendró buena parte, la principal y la más notoria, de los problemas que transcurridos más de un tercio de siglo aún no pudo superar la democracia instaurada aquel 10 de diciembre de 1983, y que puede remitirse a dos problemas básicos y estructurales: la marginalidad y el hambre, y la desigualdad social más impresionante de toda la historia nacional, desde los períodos pos organizativos o pos constitucionales y una vez lograda la pacificación nacional, y tras el gobierno radical irigoyenista la inclusión de las clases inmigrantes al quehacer argentino.
Quien fuere el ejecutor nacional -junto a los hermanos Alemann, Domingo Cavallo, Alejandro Estrada, Lorenzo Sigault, Ricardo Arriazu, Adolfo Diez, etc.- de la desaparición física de la pequeña y mediana empresa y la desnacionalización de las industrias, o su endeudamiento a niveles escandalosos (lo que luego dio pie a las privatizaciones del menemato) generándose entre muchas otras cosas, dos principales: pérdida de empleos y caída de salarios, y por lo tanto empobrecimiento generalizado del pueblo, quien inició el camino definitivo de la pérdida de la capacidad de compra y ahorro, volcándose de la cultura del trabajo impulsada por el Estado de Bienestar a la cultura de la especulación impuesta por la “nueva política económica”, impulsado por los “Chicago Boys” que respondían a Ronald Reagan, Margaret Thatcher, David Rockefeller y la escuela económica de Adam Smith.
Fue sin duda José Alfredo Martínez de Hoz, nacido en un hogar donde varias generaciones de terratenientes de enormes campos, la oligarquía hoy transformada en oligarquía financiera, tanto que en 2004 el hoy fallecido le vendiere a Andrés Garfunkel la estancia de Chapadmalal que en 1854 llegare a tener 12.500 hectáreas y un castillo admirado de estilo escocés, y en la que la vida no suele “dar muchas vueltas” pues se pertenece al núcleo de los “elegidos”, quien manteniendo la vieja costumbre extranjerizante de aquella clase social dominante se educare en la universidad de Oxford (Inglaterra) y por lo tanto se mirasen solamente en el espejo del Imperio Británico, inicialmente, y luego se volcase al estadounidense con fruición, adoptando las teorías económicas del liberalismo Smithsoniano que transmitía la Escuela de Economía de Chicago.
Joe, sobrenombre que recordaba a su abuelo quien había entrado al país el “alambrado”, expresándose sin levantar la voz y con gestos que parecían tímidos, fue el verdadero cerebro tras el poder de la Junta de Comandantes, aunque poco tiempo después comenzó a granjearse el desdén y luego la férrea oposición de Massera y Agosti, oposición neutralizada por el dictador Jorge Rafael Videla quien lo defendía a capa y espada “más por fe que por conocimientos económicos”. Aunque nombrado casi 10 días después del golpe sedicioso del 24 de marzo él era el hombre cantado para el cargo, principalmente por sus contactos internacionales que la dictadura “consideró importantes y hasta imprescindibles para evitar el aislamiento”, pero también, y como elemento trascendental, por su propia vinculación con el establishment nacional, ya por entonces dominante del sistema financiero local.
Fue él el artífice de que el FMI le girase, casi inmediatamente de su asunción, US$ 100 millones de la época que engrosaron las reservas de US$ 23 millones, y es importantísimo releer su discurso de asunción pues éste interpreta cabalmente el papel que marcaría su propio destino tanto como el del país a partir de entonces, fue sin duda un cambio que cambió -para mal- el funcionamiento de la Argentina. Sus contactos extranjeros -Rockefeller y Reagan en EEUU y Thatcher en Gran Bretaña- , figuras importantísimas del liberalismo más extremo y duro, influyeron para que “su gobierno” -mucho más que el de La Junta de Comandantes- buscara “mancomunarse” con el del Imperialismo Británico, aunque éste ya estuviere en franca decadencia. La permanencia de Martínez de Hoz hasta marzo de 1981 y su enorme poder político durante ese quinquenio fue insoslayable, el resultado de sus políticas fueron notoriamente negativos para el país.
Argentina durante ese período no sólo no creció, sino que retrocedió, los salarios reales disminuyeron perdiendo importante poder adquisitivo, la inflación lejos de disminuir se descontroló y dejó de ser una variable controlable, la deuda externo creció a niveles explosivos pues pasó de los US$ 5 mil millones existentes al derrocamiento del gobierno constitucional de María Estela Martínez de Perón a casi US$ 40 mil millones, o sea se cuadruplicó. Durante su gestión Cavallo, desde la titularidad del BCRA estatizó la deuda externa privada de empresarios como Amalita Lacroze, Pedro Blaquier entre muchos otros; su pericia y sangre fría para conducir una economía en la que todos los incentivos estaban al servicio del sistema financiero que además ofrecía un lucro sumamente fácil, abriendo el país, asimismo, a “todo tipo de importaciones”, creando dos tipos de cambio (el financiero y el comercial para las exportaciones), pasando a la historia como el “ministro de la tablita”, el de “la plata fácil” y el de “la bicicleta y la patria financiera”.
Aplicó una devaluación gradualista -la tablita- del tipo de cambio con la intención de parar el proceso inflacionario, sin lograrlo, por el contrario este se atrasó y el campo, del que provenía Joe comenzó a oponerse a dicha política pues era absolutamente contraproducente; es en este período en que se inicia definitivamente el proceso desindustrializador de la Argentina, una desindustrialización que si bien no fue masiva, si fue absolutamente selectiva donde las grandes empresas y los grupos económicos concentrados se beneficiaron ampliamente, se pasó de un modelo de industrialización por sustitución de importaciones de matriz peronista desarrollista, ha un modelo de acumulación y especulación financiera, por el cual las grandes empresas tomaban créditos en el exterior, lo colocaban a plazos fijos aquí con tasas de hasta el 35% mensual en pesos, valorizaban el monto prestado, y lo fugaban al exterior, las empresas extranjeras hacia sus casas matrices y los “empresarios nacionales (?)” hacia sus cuentas personales en el extranjero.
Fue el período conocido como el de “la bicicleta financiera”, una carrera despareja entre el peso contra el dólar que intentaron aprovechar hasta los pobres jubilados para intentar salvaguardar sus escasísimos ahorros, también fue el período de “la plata dulce” y del “deme dos” donde la clase media argentina pudo por primera vez viajar al exterior y gastar comprando productos baratos que en el país se vendían a valores muy superiores, así estos pretendían ganarle a la inflación descontrolada y a cambio de no poder ahorrar invertían en bienes -muchas veces suntuarios e innecesarios- pero que les cubría sus expectativas de “nuevos y ficticios ricos”. Es esta la etapa que inicia descaradamente el período negro en el que los funcionarios se enriquecían mediante la corrupción y la pertenencia, además, de a la función pública, a la actividad simultánea privada o a su “asesoramiento”, Joe manejaba campos -estancia Malal Hué-, seguros, financieras, aceros -Acindar-, y hasta había integrado el directorio de la Compañía Italo Argentina de Electricidad -Italo- que fue nacionalizada por una cifra escandalosa de US$ 394 millones.
En 1980, el fiscal Ricardo Molinas investiga y destapa la corrupción tras la nacionalización de Italo, una empresa quebrada y endeudada que se había abonado en francos suizos pese a la tenaz y patriótica oposición del Director de registros de Inversiones Extranjeras del ministerio de Economía, don Casariego del Bel, luego secuestrado y desaparecido; es ese mismo año 80 en que se produce una masiva quiebra de bancos -BIR y otros- a quienes se acusa de actuar fuera de “las reglas”, además es el período en que se incrementa exponencialmente la demanda de dólares y la fuga de capitales. Su modelo económico desarma y destruye el “modelo de Estado de Bienestar” peronista y el del desarrollismo, que si bien había dado signos de debilidad y cierto agotamiento durante los últimos años del gobierno constitucional de María Estela Martínez -Celestino Rodríguez- éste estaba lejos de haberse agotado como Joe pretendía imponer desde el discurso y desde el fallido intento de 1975 durante el discurso donde Isabel anunció “el rodrigado”. El plan abrió la economía a las importaciones, impidiendo la adecuación de la industria local al no dar un tiempo de colchón, cerró la pequeña y mediana empresa imposibilitada de competir y se generó pérdida de empleos genuinos y por consecuencia caída del valor del salario.
Joe incentivó el negocio financiero, dándoles total espaldo del Estado a los bancos que acumularon fabulosas fortunas, se arma así “la bicicleta financiera y la Patria financiera”, el cronograma de “la tablita” de ajuste del dólar era en realidad un anclaje de dicha divisa, dólar atrasado, tasas de interés por las nubes (35% mensual), aliento a la especulación y al endeudamiento, él inició el período en que se hipotecó a la Patria y utilizó las divisas así adquiridas espuriamente para financiar el plan adoptado, que incluía una importante inflación, para intentar taparla se llegó a quitar del índice el producto emblemático de la mesa argentina: la carne, esta muestra de intromisión en los índices inflacionarios hizo posteriormente escuela. Este período es el de la base de las privatizaciones del menemato y de la desaparición y desnacionalización de la mayoría de las empresas de capitales nacionales. YPF llegó a ser la única petrolera del mundo endeudada y con pérdidas, lo mismo que Gas del Estado o SEGBA. El endeudamiento no solo fue el inicio de la trampa de las posteriores privatizaciones de los 90, sino que fue el de la pérdida absoluta de la soberanía económica y política de la Patria. La deuda creció entre 1976 y 1983, 9 veces.
El muerto el pasado sábado 16 de marzo, abandonó el ministerio de economía en marzo de 1981 en medio de un caos económico y sin contar con el tenaz respaldo de Jorge Rafael Videla, quien había sido reemplazado. Lorenzo Sigaut recibió el ministerio y se hizo famoso en base a la frase “el que apuesta al dólar, pierde”, Argentina siguió el rumbo de la escuela Smithsoniana y tras la hecatombe de la Guerra de Abril-Junio de 1982, si bien dio paso al gobierno democrático de Raúl Alfonsín, no logró desarmar la bomba dejada, éste presidente no supo, con las condiciones internacionales adversas, cambiar el modelo, y lo continuó con el “Plan Austral” y la no revisión de la monstruosa e ilegítima deuda externa heredada de más de US$ 45 mil millones. El accionar de Alejandro Olmos terminó en el 2000 por generar tardíamente un fallo del Juez Ballesteros que le devolvió al Poder Legislativo la posibilidad de aquella revisión, imposible de llevarse a cabo a través de los tribunales. ¡Pero nada sucedió!
Menem profundizó el plan de Martínez de Hoz y la sinarquía, y a través de las privatizaciones terminó de consolidar el “modelo de dependencia económico-político”, subordinando al país a los designios de los organismos multilaterales de crédito, mediante la adopción de la convertibilidad rígida del tipo de cambio. La deuda del régimen sedicioso militar de US$ 45 mil millones pasó a ser de US$ 56 mil millones con Alfonsín y de US$ 125 mil millones con Menem. De la Rúa por su torpeza de mantener la convertibilidad, y atenazado por los servicios de una deuda impagable y un déficit fiscal y comercial descomunal, tras el fracaso de Machinea y la sinrazón de Chacho Álvarez que convocó a Domingo Cavallo, el mismo ex presidente del BCRA de Martínez de Hoz y Ministro de Economía de Carlos Menem aplicó la extremaunción de la Patria con el mega canje y el cepo y el corralito financiero y económico, dejando al país con una deuda tras apenas dos años de gobierno de US$ 166 mil millones. Así llegamos a la hecatombe del 21 de diciembre de 2001 y al período de los 5 presidentes, donde un Adolfo Rodríguez Saa, no tuvo otra alternativa que declarar el default de la deuda externa argentina.
Eduardo Alberto Duhalde, rompe la lógica perversa del plan neoliberal Smithsoniano legado por Martínez de Hoz y sus secuaces, y con aciertos y errores y dos ministros heterodoxos como Lavagna y Lenicov intenta reencauzar al país en la senda de la reindustrialización y el tipo de cambio competitivo que permita la sustitución de importaciones y los superávits gemelos, fiscal y comercial. Néstor inicialmente recorre el mismo nuevo-viejo camino, pero luego y equivocadamente se enamora del crecimiento y se olvida del desarrollo, como etapa posterior y superadora de aquel inicial crecimiento. Se disparó la inflación que empezó a superar los dos dígitos, y para ocultarla se intervino el INDEC, se aplicaron retenciones a las exportaciones cuasi confiscatorias, se acható y postergó la subvaluación del dólar, y para pagar la deuda se renegoció la misma con elementos que a la larga generaron muy buenas ganancias para aquellos que entraron a los canjes del 2005 y 2010, incrementándose nuevamente la deuda nacional, que tras la renegociación y el pago innecesario y anticipado de la deuda con el FMI había quedado reducida a menos de US$ 126 mil millones.
CFK toma a su asunción, y más abiertamente desde la muerte de su esposo medidas perniciosas que debilitan la solidez económica lograda con el modelo-plan aplicado por la gestión de Duhalde-Lenicov-Lavagna y continuado inicialmente, hasta fines de 2006 por Néstor, reapareciendo viejos fantasmas de la época de Martínez de Hoz, el alfonsinismo y el menemato. Se vuelve a desindustrializar y desnacionalizar al país, las PYMES y medianas empresas no pueden competir, el tipo de cambio atrasado como en los 76/81 y durante la década del 90 impide que el saldo aún favorable de las exportaciones agrarias compense el desmadre de las importaciones de energía y de las requeridas por la industria automotriz. La sensación de opulencia ficticia, similar a la de la “plata dulce” y el “deme dos”, que sirviera para ganar la elección de 2011, ya generó el cepo cambiario cada vez más exacerbado y el korralito a las importaciones, ahora van por el “congelamiento de precios” y los “topes a las paritarias obreras”. Aquella historia de Martínez de Hoz, deja una enseñanza: Argentina no debe repetirla, pero pasaron 37 años y el ministro Lorenzino parece no haber aprendido nada, o demasiado siendo que junto con Boudou provienen de la misma cantera, la UCEDE.









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